Tres días faltan para que este Vagón y sus pasajeros –pocos pero bien avenidos- comiencen lo que épicamente podríamos llamar una odisea pero que no será más que un peregrinaje, sencillo y honesto, al lugar de confluencia de caminantes más importante de Europa y segundo de Galicia tras san Andrés de Teixido (dónde va a parar). Más no quiero hablar ahora de éste para no desprestigiar a ese Jacobo ficticio pero rentable que ha convertido a Compostela en referencia cultural.